El lenguaje inclusivo, no sexista, la duplicación de género, y el resto de usos que hagamos de los idiomas serán viables durante solo un periodo muy corto de tiempo. Su temporalidad está reñida con la base matemática que va creadn la evolución de las palabras.
En 1935 George Kingsley Zipf, afirmó que la magnitud de las palabras tiende a una relación inversa, con el número de ocurrencias. Las palabras más cortas se utilizan con más frecuencia que las largas; y ahora, unos investigadores del MIT han demostrado una mejora sustancial a la ley de Zipf ; indicando una propiedad universal del lenguaje humano: las palabras más frecuentes tienden a ser cortas, ya que hacen la comunicación más eficiente que usando palabras largas. De nada servirá decir Señoras y Señores, cuando en unas décadas solo diremos Señ. 🙂
Y si lo dicen las mates …