En mi vida he conocido tipos duros: Gente que luchó en Corea, supervivientes octogenarios del Día D, muchachos que mascan chinchetas y cagan pisos amueblaos. Intrépidos que subieron al K2 con una venda en los ojos y una mochila de plomo, subordinados que comieron cagarrutas de elefante y pidieron repetir. Valientes que corrieron por el polo sur en pelota picada sin gafas de sol rayban. Todos ellos se desvanecerán en las sombras cuando sepan de la existencia de este hombre. Todas sus hazañas quedarán anuladas, convertidas en polvo, reducidas a épsilon, cuando conozcan a Justino Bizantino. La única persona en el mundo que no derramó una lágrima viendo la película «Yo soy sam».
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