Desde Gregorio X, el Papa n.º 184 de la Iglesia católica allá por el siglo XIII se tomó la decisión de no hacer perder el tiempo a sus feligreses con discusiones y deliberaciones que duraban meses e incluso años en la elección del sumo pontífice y pastor supremo de la Iglesia Católica. Os suena ¿ no ? La idea de elegir a un nuevo Obispo de Roma debía ser un método rápido que no demorase el transcurso  del día a dia. Se creó el Cónclave.

El término procede del latín cum clavis («bajo llave»); y es que hasta que Juan Pablo II no creó La Residencia Santa Marta (un lugar bastante acogedor) los electores pasaban unos días bajo unas condiciones bastante estrictas, desconectados de todo y de todos, para que pudieran meditar y decidir su voto.

Sería un buen metodo juntar a toda esta chusma que hemos elegido ( y dicen nos representan), en unas pequeñas «celdas» monasteriales: sin ipads, iphones, i-sueldo, y no soltarlos hasta que en el paso de unos días consiga uno de ellos los 2/3 necesarios para la Fumata Blanca.

La última vez que me engañáis …