Es famoso el Haiku que dice: «lo único necesario para que el mal triunfe es que los buenos no hagan nada” .

Veamos unos casos concretos para que  lo tengas claro, te identifiques de una vez por todas y abandones tu supremacía moral; y de paso dejes de darme la tabarra en el Bar.

Ahora un «antes» y «ahora» pero con paralelismos realmente peligrosos.

Cómplice era: P. Schneider cuando caminaba tranquilamente en los años 30 por Oranienburger Str. observando los carteles de los comercios Judios en los que ya no consumía y, que cuando  vio en la solapa de la chaqueta de su vecino una Estrella de David amarilla dejó de saludarle.

Cómplice es: A.J. Solé que da su paseo por Monterols y Llovera distinguiéndose del resto de compatriotas con otra chapa que otorga privilegios haciendo de escudo y parapeto de problemas.  Consumiendo eso sí, en los locales preestablecidos.

Cómplice era: E. Van der Merwe, al ver a su amiga en la parte delantera del autobús en Johannesburgo o cuando se iba corriendo al otro lado de la calle sin aslfaltar para acudir a sus lavavos.

Cómplice es Kepa J. Mendizubieta, que dice es Socialista recitando «El Capital» o páginas y discursos completos de Ernest Everhard; pero luego defiende un «cupo» que le otorga derechos sociales y privilegios económicos respecto de otras regiones.

Cómplices eran: los ingenieros de NACA-NASA que no dejaban firmar los papers técnicos a Katherine Johnson. Solo para mantener sus egos, ganancias, y reputaciones científicas.

Cómplice es: M.E. Munárriz de Pamplona, que me quiere hacer comulgar con un libro de historia para explicarme porqué gana el doble que su primo el Profesor Riojano.

Mira : Schneider, Munárriz, Merwe, Solé y Mendizubieta; si eres cómplice, por lo menos, admítelo; defiende tu posición y  aunque seas un: egoista, racista, supremacista, xenófobo y segregacionista, tienes unas ideas claras. Gilipollas no eres.