Ver a un polític@: besar críos, bailar, y otras carantoñas típicas de campaña electoral es nauseabundo. Da mas asco que «lamer un pomo». Es como los bebés, solo les parecen guapos a sus padres, ya ni siquiera a los familiares de segundo grado. Verguenza ajena. Jamás votaré a un polític@ que me de un beso; he dicho.