La tecnología nos conecta y nos desconecta a la vez. Aunque las redes sociales prometen unirnos, a menudo nos aíslan en burbujas digitales. La comunicación virtual, rápida y superficial, reemplaza las conversaciones profundas y empáticas. La comparación constante con las vidas perfectas que vemos en línea genera insatisfacción y soledad. Para recuperar conexiones auténticas, debemos establecer límites al uso de dispositivos, cultivar la atención plena y priorizar las interacciones cara a cara. Es hora de reconectar con nosotros mismos y con los demás, y usar la tecnología como una herramienta, no como un amo.