O nos hemos vuelto todos tontos, o hemos estado gilipollas. Creo que no siempre, pero sí desde que tenemos en el bolsillo algo más que agujeros.
Spas para perros y aceites caros, chalecos de torero, gafas de pasta, manicuras, cortes de pelo y Bigudís. Paseando su ego triste y miserable vestido de channel y apestando a Dior por pasarelas. Realmente es triste ver un pastor alemán con jersey de cuello alto, cuando debería estar mordiendo en las pelotas al ladrón de turno.
Si alguna vez regreso, que sea reencarnado en mascota de vagabundo, con libertad, sin sogas al cuello y con la cola al aire.