Resulta que siempre he caminado por el monte. Me escapo de la ciudad siempre que puedo, trabajo para vivir y no al contrario. Me gustaba quedarme en casa de mis abuelos en los veranos, siempre en pueblos pequeños. Nunca he llevado reloj, no voy (apenas) a chiringos de comida rápida y por la ciudad siempre me muevo en bicicletas viejas, arregladas y desvencijadas.
Pues mira tú por dónde sin saberlo estaba haciendo senderismo, turismo rural, slowfood, y urban bike-crossing. Y ahora encima soy del CittaSlow; un movimiento para disfrutar de la vida como los caracoles. me encanta !!